sábado, 1 de enero de 2011

El cementerio de las palabras

Literatura

Eco se enfrenta al ´pecado de las palabras´

La sexta y última novela del escritor y semiólogo italiano causa, treinta años después de ´El nombre de la rosa´, una gran controversia en sectores judeocristianos. A Umberto Eco lo acusan de antisemita por la condición del protagonista de ´El cementerio de Praga´,
de la que se llevaban vendidos a las dos semanas de su aparición más de 450.000 ejemplares

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LUIS M. ALONSO. OVIEDO. La publicación de Il cimitero di Praga (El cementerio de Praga), la sexta y última novela de Umberto Eco (Alessandria, 1932), ha suscitado no poca polémica en Italia. Desde el 29 de octubre, fecha de su lanzamiento, el periódico vaticano L´Osservatore Romano y el gran rabino de Roma han alentado una oleada inquisitoria en contra del autor y de su libro. Lo califican de antisemita, porque el protagonista, el capitán turinés Simone Simonini, único personaje de ficción de la historia, falsifica testamentos, comercia con hostias consagradas para misas satánicas y se inventa las actas de una reunión nocturna inexistente entre las lápidas del cementerio judío de la capital checa, donde reposa Jehuda Low ben Bezalel, creador del Golem. Merece la pena insistir desde un principio y para que no haya malos entendidos en que Simonini es un carácter ficticio en una novela poblada por personajes históricos reales.
Eco, cuyo debut literario se produjo precisamente ahora hace 30 años con El nombre de la rosa, tiene como argumentos en Il cimitero di Praga la francmasonería, las teorías conspirativas, la falsificación y la unificación de Italia, pero lo que ha producido mayor sarpullido es el antisemitismo de su protagonista, un auténtico antihéroe, descrito como "el hombre más odioso del mundo". El propio Umberto Eco lo ha calificado así, pero ni eso le ha servido para liberarse de las más furibundas críticas, que le acusan de sembrar confusión y de no buscar el equilibrio entre el bien y el mal. Del libro publicado por Bompiani y del que se han hecho ya seis ediciones se habían vendido, no obstante, en las dos primeras semanas más de 450.000 ejemplares. El éxito se presume planetario; la novela será traducida en 40 países, entre ellos España, donde Lumen anuncia el inminente lanzamiento. 
Simonini es un falsificador de tomo y lomo. En la novela, inventa la teoría de la conspiración en la que los ancianos rabinos de las 12 tribus de Israel tejen planes para dominar el mundo. Ese documento falso sirve en el argumento para la redacción de los muy reales protocolos de los sabios de Sión, panfleto antisemita que, a principios del siglo XX, sirvió para justificar los pogromos de la Rusia zarista y, más tarde, la persecución nazi. Eco conduce al lector a través de un viaje trepidante por el siglo XIX, considerado por algunos inexacto y que agita la madre de todas las conspiraciones, aquella que retrata a los judíos como los urdidores ocultos del destino mundial. La galería de personajes reales de Il cimitero de Praga invita a la lectura: por sus páginas desfilan Ippolito Nievo, patriota y autor de Las confesiones de un italiano; Garibaldi; el capitán Alfred Dreyfus, condenado por judío, y Freud. Los detractores  de Eco afean al escritor la puesta en escena de "un montaje histórico falso". No es la primera vez que el profesor de Semiótica de la Universidad de Bolonia ha examinado las teorías de la conspiración. Sin ir más lejos, los Protocolos de los Sabios de Sión desempeñan un papel importante en El péndulo de Foucault , aunque en esta ocasión la teoría antisemita se convierte en una auténtica bomba de relojería en las manos del contrabandista y conspirador Simone Simonini.
La profesora Lucetta Scaraffia, de la Universidad de Roma, calificó la novela de Eco de "farragosa" y "aburrida", para centrarse acto seguido en las cuestiones morales. A su juicio, la "maldad judía" impregna las páginas del libro. "Obligado a leer cosas desagradables sobre los judíos, al lector lo embargan las tonterías antisemitas, y es incluso posible que alguien puede pensar que tal vez hay algo de verdad en los crímenes que se atribuyen". Scaraffia olvida, sin embargo, que nadie está obligado a leer lo que no desea. 
En la revista Espresso, el Gran Rabino de Roma, Riccardo Di Segni, se enfrentó a Umberto Eco: "Al final, el lector se pregunta si los judíos quieren derrocar a la sociedad y gobernar el mundo. El problema es que no estamos tratando con un libro científico que analiza y explica ciertos fenómenos. Il Cimetero di Praga es una novela, y tiene, además, un argumento que trata de convencer".
Las explicaciones de Eco también han llegado: "Yo escribí exactamente una novela. Una novela, al contrario que un ensayo, no llega a conclusiones, aspira en todo caso a reunir las contradicciones. Así como puse en el escenario las dos caras del Risorgimento,  garibaldinos  y antigaribaldinos,  he traído también a colación el nacimiento y desarrollo del antisemitismo. Desde Barruel (Agustín, jesuita y polemista francés) se han publicado cientos de libros y revistas con estereotipos antisemitas. Estoy interesado en contar cómo a través de la acumulación de estos estereotipos se construyeron los Protocolos [..] Mi intención era dar al lector un puñetazo en el estómago".
De nuevo el dilema entre lo que es ficción y quienes se empeñan en verlo de otra manera.

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